Una evaluación psicológica requiere tener en cuenta el carácter pluridimensional de la personalidad. Por eso el Psicodiagnóstico necesita de herramientas diversas que den cuenta de esa complejidad. Entre ellas, los Métodos Proyectivos, pruebas de exploración psicológica que permiten conocer diversas expresiones del funcionamiento psíquico en función de lo proyectado por el sujeto, tanto en su conducta como en la dinámica de sus emociones y de su forma de interactuar consigo mismo y con el contexto. Formas expresivas que serán analizadas en su diversidad y posteriormente interpretadas en conjunto.

Los Métodos Proyectivos surgieron en la primera mitad del siglo XX, influidos por las teorías de su tiempo, entre ellas de forma destacada el psicoanálisis. Se trataba de herramientas que pretendían explorar ese nuevo sujeto de la psicología, donde el inconsciente permite abrir un espacio en el psiquismo humano más complejo y tridimensional.  Ha pasado, por tanto, un siglo de desarrollo teórico y práctico, en el que profesionales de todo el mundo han utilizado estos métodos tanto para la investigación y la docencia como, sobre todo, para su aplicación en el proceso de Psicodiagnóstico. Se ha conseguido así, por derecho propio, un espacio dentro de la clínica que ofrece instrumentos cada vez más consistentes, además de rigor en el encuadre y una buena integración entre teoría y práctica.

El trabajo Psicodiagnóstico es un PROCESO que comienza cuando el paciente decide o acepta consultar y pide cita. No es un examen sino una situación relacional que requiere por parte del psicólogo calidad de observación, saber ver y poder sostener el encuentro ofreciéndose como continente de las ansiedades y preocupaciones del sujeto.  En la entrevista inicial y sucesivas, si es preciso, el paciente cuenta sus motivos, su historia…, una primera fuente de información y conocimiento que es imprescindible y servirá además para darnos pistas sobre la Batería de Pruebas a implementar y el orden de aplicación, teniendo en cuenta la edad del sujeto y los motivos de la exploración (clínica, forense, escolar, laboral…).

Los Métodos Proyectivos son diversos e informan de varios aspectos de la personalidad. Los hay más o menos estructurados que requieren procesos de percepción, pensamiento o proyección diferentes. Conviene tener en cuenta estos aspectos para evitar interferencias y manejar las ansiedades que se pueden suscitar, aparte de que es habitual complementar el proceso psicodiagnóstico con algún test no proyectivo (de Inteligencia WAIS, WISC, T.  Neurológico Viso motor de L. BENDER…), que hay que saber reubicar en el lugar apropiado de la exploración.

Conviene resaltar que el Psicodiagnóstico utiliza una batería de test, que se aplica siguiendo unas normas estandarizadas, y asegurando un buen registro tanto de los datos expresados como de los indicadores no verbales. La información obtenida se analiza de forma integrada con vistas a elaborar un Informe ajustado a la demanda que además suele incluir un pronóstico e incluso una indicación de tratamiento.

Entre los Métodos Proyectivos, el más conocido es el Test de Rorschach (1921), T. de Rorschach Sistema Comprehensivo de Exner (1974), que es estructural, perceptivo y proyectivo. Aporta información sobre el estilo básico de personalidad; aspectos cognitivos en relación a cómo se recoge la información, se conceptualiza lo percibido o se procesa el pensamiento y se elaboran juicios; el grado de convencionalidad de las percepciones; los componentes afectivos y relacionales, así como la percepción que el sujeto tiene de sí mismo.